Comentario
HISTORIA DE TLAXCALA
LIBRO PRIMERO
CAPITULO 1
De cómo los tarascos se separaron de los mexicanos
...Linaje de los tlaxcaltecas e que pasó con ellos por aquel estrecho de que tienen noticia que vinieron o que viniendo por el camino nació el Camaxtle, dios de los tlaxcaltecas, sino que éste atravesó de la mar del Norte a la del Sur y que después vino a salir por las partes de Pánuco, como tenemos referido y adelante diremos. Mas en efecto, después que Tezcatlipoca Huemac vino en demanda de Quetzalcohuatl, se hizo de temer de las gentes, [porque] cómo no le obiese hallado, hizo matanzas a toda la tierra, de suerte que se hizo temer y adorar por dios. Tanto, y de tal manera, que pretendió escurecer la fama de Quetzalcohuatl. Vino a señorear la provincia de Cholula, y Quauhquecholla, Izúcar y Atlixco, y todas las provincias de Tepeyacac, Tecamachalco, Quecholac, Teohuacan. De tal manera que no había provincia de éstas que no le adorasen por dios; y ansí, no fue menos en la provincia de Tlaxcala, que entre todos los dioses lo ponían por el primero y más valiente. Ansí, [tanto] en ánimo como en fuerzas, industrias y mañas otro no se le igualaba. Y ansí, en la mayor parte de esta Nueva España fue muy conocido y por dios adorado. Y porque hemos tratado largamente deste Tezcatlipuca y de Quetzalcohuatl, no será razón pasar debajo de silencio ni de paso la causa y razón que hubo de la división y apartamiento de los tarascos michuacanenses, según dejamos atrás declarado.
Como los tarascos se adelantaron, luego que pasaron el estrecho de mar, en los troncos de árboles y balsas y otros instrumentos de pasaje, se metieron a vivir y a habitar en las siete cuevas, espeluncas cavernas de la tierra, hasta que hicieron habitaciones y moradas. Desde allí fueron creciendo y tomando el tiento de la tierra y disposiciones della para poblarla. Ya tenemos noticia [de] cómo la mayor parte destas naciones es gente desnuda y desarrapada, y de cómo la mayor parte no alcanzaban ropa con que cobijarse, aunque algunas naciones vestían cueros y pieles de animales, [y ello era] por no tener industria para eso, o por haberles faltado instrumentos para poder beneficiar algodón o lana, o porque carecían totalmente de todo lo necesario para se vestir. Por cuya causa vinieron en demanda de las tierras más templadas que pudieron hallar, para mejor poder conservar su desnudez y modo de vivir, convertida ya en uso de naturaleza. La causa que dicen que fue de su despojo y desnudez, es, a saber, que los tarascos no acostumbraban traer bragueros, calzones, ni zaragüelles, ni otras maneras de coberturas para las partes deshonestas, sino [que], como brutos animales inestados de la venérea honestidad de hombres de razón, solamente tenían unas ropetas cortas a manera de saltambarcas, que no les llegaban a las rodillas y sin mangas, como unos coseletes sueltos y sin cuellos y abiertos para meter la cabeza, y lo demás todo cerrado. El cual hábito y traje en esta tierra es de mujeres y el día de hoy usan en toda esta Nueva España, y lo llaman huipilli y los españoles llaman camisas. Y sobre esta ropeta se ponían encima una mantilla delgada de algodón, a manera de sobrerropa, que los mismos tarascos llaman tzanatzi y los mexicanos ayatl. Este fue su traje antiguo. La cual sobrerropa, manta o sábana era labrada de labores tejidas muy curiosamente de colores muy vivos y diferentes imitativas a labores de seda, que se hacían de pelos de liebres y conejos, y el día de hoy se usan y estiman en mucho entre los naturales. Estas mantas, o sábanas, anudaban sobre un hombro, que les llegaban al tobillo, más o menos cortas o largas. Las más cortas traían los mozos pulidos y las largas, los hombres viejos y ancianos. Y este fue el uso antiguo de la gente tarasca y el modo de su traje. Aunque usaban de otros géneros de ropa de plumas, que llaman pellones, de diferentes colores y géneros de aves. Los mexicanos, culhuas, tepanecas, ulmecas y xicalancas y demás naciones no usaron las camisas de los tarascos ni de estas saltambarcas, usaron de unos bragueros y coberturas para las partes genitales y posteriores por gran honestidad, aunque todo lo demás de su cuerpo quedaba desnudo y descubierto. Usaban de muy ricas mantas de la manera y modo que atrás dejamos tratado, añudadas sobre un hombro.
La variedad que dicen haber habido entre los mexicanos, tarascos y demás naciones en el modo de vestir fue que siendo todos de una prosapia, descendencia y generación, y todos venidos por una vía y derrota y camino y parte, al pasar de un estrecho de mar de una parte a otra o de algún río caudaloso (algunos quieren decir que es el río de Toluca y que por donde van [es] la tierra [a]dentro, [porque] cuando se va acercando a la mar es muy grande e caudalosísimo; finalmente, que en esto no hay más claridad de esta de que si fue estrecho de mar o si fue río, el de Toluca [u] otro cualquiera), estos tarascos quisieron adelantar y pasar primero, aunque les iban a la mano no consintiéndoselo, las otras cuadrillas, estorbándoselo [y] diciéndoles que non pasasen así, ni se pusiesen en tan grande peligro, porque en aquellos tiempos se tenía por gran hazaña y atrevimiento pasar la mar, mayormente aquellas gentes, que perfectamente supieron de navegación, en especial faltándoles barcos e instrumentos para semejante ocasión y pasaje. Mas con todas estas persuaciones y porfías, entretanto, [se] salieron con su comenzado propósito, [por]que se obieron de adelantar, como se adelantaron. Y ansí, fueron éstos los primeros de que se tiene noticia que pasaron aquel estrecho, que ha de estar hacia la parte del Poniente en cuanto a nuestro centro. Finalmente, al tiempo de pasar buscaron modos y maneras inauditas, que fueron por unos troncos de árboles y balsas y otras cosas que la necesidad les enseñaba. Y ansí, para hacer maromas y sogas, compelidos de la necesidad, se quitaron los bragueros y maxtles (que ansí se llamaban en la lengua mexicana), los cuales son largos de más de cuatro brazas, a manera de almaizales, labrados a los cabos de muy primas labores, de varias y diversas colores, de más de un palmo de labrado y tejido, y de ancho tendrán, el que más, palmo y medio, de más y de menos. De manera que con esta necesidad se despojaron de sus bragueros para atar sus balsas y maderos, con que pasaron su naufragio hasta que se pusieron de la otra parte con sus hijos y mujeres, que debieron de ser gran muchedumbre de gentes.
Como quedasen tan desnudos, como en efecto quedaron y desabrigados, fueles necesario quitar las camisas y huipiles de sus mujeres y vestirse ellos, dejándolas tan solamente las enaguas cubiertas y abrigadas de la cinta abajo, aunque adelante usaron echarse otra manta encima de los hombros con que se cubrían todo el cuerpo, a manera de almalafas moriscas. Y ansí quedaron con esta costumbre en memoria de aquel pasaje. Jamás perpetuamente los dichos tarascos se pusieron bragueros, ni dejaron de traer los huipiles de sus mujeres, ni menos sus mujeres los traían ni ponían, en recordación y memoria de su peregrinación y pasaje, ni menos las mujeres jamás se pusieron para ceñirse las enaguas, faja ni cinta, mas de las enaguas puestas y con una vuelta a manera de ñudo. Y ansí, como éstos fuesen los primeros que pasaron, vinieron a poblar las provincias de Mechoacan donde, después de muy cansados, pararon, hallando aquellas tierras muy a su propósito y conforme a su calidad y costumbres. Y ansí, los que se quedaron atrás, que fueron los mexicanos y tepanecas, con todas las demás legiones y cuadrillas, no perdieron ninguna pieza de sus trajes y siempre ellos y sus mujeres fueron gentes vestidas y adornadas de ropas de algodón y de palmas y de maguey, que llaman ixtli los mexicanos, y de pieles de animales y pelo de conejos y liebres, como atrás dejamos declarado. Llamaron los mexicanos tarascos a estos de la provincia y reino de Michoacan, porque traían los miembros genitales de pierna a pierna y sonando, especialmente cuando corrían. Llamáronse los michoacanenses, michhuaques, porque las tierras que poblaron eran abundantes de pescado; y ansí, se llama "la provincia del pescado", Michhuacan.